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lunes, 30 de junio de 2014

Cáncer de vejiga

El cáncer de vejiga es la neoplasia maligna más frecuente del aparato urinario. Te explicamos cómo identificarlo y el tratamiento adecuado en función de la etapa en la que se encuentre el tumor.
Causas del cáncer de vejiga
No se ha demostrado cuál es la causa exacta de la presencia de este tipo de cáncer, sin embargo, se han relacionado diversos factores de riesgo con su aparición:

El hábito de fumar se considera el factor de riesgo más importante y, de hecho, es el motivo por el que este tipo de cáncer es más frecuente en varones, y también por lo que ha aumentado su incidencia en las mujeres fumadoras
 Se debe a que las sustancias carcinógenas que contiene el tabaco son filtradas por los riñones y se concentran en la orina, donde entran en contacto con la vejiga. El contacto continuado de los tejidos de la vejiga con orina contaminada por carcinógenos es lo que predispone al desarrollo del tumor.
La exposición en el entorno laboral a ciertos tóxicos industriales (caucho, cuero, pintura, petróleo, tintes…), que pueden introducirse en el organismo por inhalación, ingestión o absorción cutánea.
El abuso de analgésicos.
Un consumo excesivo de té, café y edulcorantes artificiales (aunque no existen evidencias científicas en la actualidad que demuestren que estos productos ocasionen este tipo de cáncer).
Sufrir cistitis crónica (como en el caso de personas portadoras de catéteres durante un tiempo prolongado).
Padecer esquistosomiasis, una infección originada por parásitos que es muy infrecuente en Europa, y que puede tener como consecuencia el desarrollo de cáncer de vejiga.
Antecedentes personales, cuando el paciente ya ha tenido un cáncer de vejiga.
En ocasiones se ha relacionado con infecciones urinarias de repetición que, al irritar los tejidos que forman la vejiga, podrían favorecer la aparición de la neoplasia.
Síntomas del cáncer de vejiga
La mayoría de cánceres de vejiga debutan con hematuria (sangre en orina), que suele acompañarse de molestias al orinar (disuria), pero nunca de dolor durante la micción. La cantidad de sangre en la orina será variable según la infiltración del tumor, pudiendo observarse desde orina ligeramente oscura, hasta orina completamente roja.
En muchos casos los síntomas iniciales, como dolor al orinar, y una necesidad frecuente e imperiosa de hacerlo, pueden simular una infección de orina
La presencia de dolor perineal intenso suele asociarse a las formas más extendidas en las que el tumor ha infiltrado toda la pared vesical. Cuando la enfermedad avanza puede producir obstrucción y anuria (falta de emisión de orina).

Este tumor ocasiona metástasis de forma tardía, por lo que suele diagnosticarse antes de que empiece la sintomatología en otros órganos
Diagnóstico del cáncer de vejiga
Para diagnosticar un cáncer de vejiga se lleva    a cabo las siguientes pruebas:

Análisis de orina: con él se detectarán las células sanguíneas y, en algunos casos, es posible identificar también algunas células malignas. Es la prueba inicial que debe realizarse para, posteriormente, llevar a cabo un estudio más detallado.
Tacto rectal o vaginal para evaluar la consistencia de la vejiga.
Urografía intravenosa: detecta la gran mayoría de los tumores grandes. Esta prueba suele practicarse a todos los pacientes que consultan por hematuria, para detectar de forma precoz el cáncer, en el caso de que este sea su causa.
Ecografía de la vía urinaria: se utiliza para determinar el tamaño y el grado de invasión del tumor.
Exploración endoscópica (cistoscopia): se realiza bajo anestesia. Permite ver el aspecto real de la lesión, y determinar su tamaño y localización exacta.
TAC/RMN: para definir el estadio tumoral y comprobar si el cáncer se ha extendido a otras áreas del cuerpo.
Biopsia: se realiza para determinar el tipo de tumor y la agresividad a la que nos enfrentamos. Normalmente se realiza al mismo tiempo que la endoscopia, para causar las mínimas molestias posibles al paciente.
Etapas del cáncer de vejiga
La evolución del tumor de vejiga se clasifica de acuerdo a las siguientes etapas:

Etapa 0: o estadio inicial, donde el tumor es muy superficial y afecta únicamente al revestimiento interno de la vejiga
Etapa I: aunque se ha extendido por el tejido interno de la vejiga, no afecta todavía a la pared muscular.
Etapa II: el cáncer afecta también a los músculos de la vejiga.
Etapa III: la enfermedad se ha propagado a la pared muscular de la vejiga, al tejido circundante e, incluso, al aparato reproductor.
Etapa IV: Las células cancerígenas alcanzan la pared del abdomen o los ganglios linfáticos cercanos. Puede que exista metástasis en órganos más alejados como el hígado, los pulmones o los huesos.
Recurrente: es cuando la enfermedad recidiva tras haber sido tratada. Puede reaparecer en la vejiga o en otra zona del organismo.
Tratamiento y pronóstico del cáncer de vejiga
El tratamiento del cáncer de vejiga depende del estadio en que se encuentre el tumor en el momento del diagnóstico:
Cirugía: siempre que el tumor no sea muy grande y no haya infiltrado toda la pared vesical se procederá a su extirpación. Se realizará una cistectomía radical (con esta se extirpan tanto la vejiga como los tejidos que la circundan y, en ocasiones, incluso la uretra) o parcial, dependiendo del estadio tumoral. Como este tumor tiene bastante riesgo de reaparecer, en los casos en los que se opta por la cirugía, después se realizan instilaciones endovesicales de inmunoterapia o quimioterapia para prevenir la recidiva.
Inmunoterapia: es una técnica muy eficaz, ya que disminuye hasta casi la mitad el riesgo de recidivas del tumor. Puede acompañarse de algunos efectos secundarios, como cistitis y síndrome pseudogripal.
Quimioterapia: se usa en casos en los que ya hay metástasis a distancia. A veces también se emplea como tratamiento adyuvante a la cirugía para eliminar posibles restos cancerosos y reducir el riesgo de que el cáncer reaparezca
Radioterapia: su objetivo es destruir las células tumorales utilizando para ello radiaciones X de alta energía. La radioterapia está especialmente indicada cuando hay varios tumores de pequeño tamaño en la superficie interna de la vejiga. Puede emplearse tras la intervención quirúrgica para disminuir las posibilidades de recidiva, o para paliar los síntomas en aquellos casos en los que el cáncer resulte incurable.
Existe riesgo de recidiva en este tipo tumoral en los años posteriores al tratamiento. Por ello, deben realizarse citología y cistoscopia tras la extirpación del tumor: cada tres meses durante los primeros dos años, cada seis meses durante tres años más, y una vez al año hasta completar los 10 años posteriores a la cirugía.
Sin embargo, este cáncer tiene una buena tasa de supervivencia, llegando a casi el 80% tras los cinco años posteriores al diagnóstico. Esta tasa puede variar en función del estadio tumoral que presente el paciente al detectarse la patología.
Es difícil prevenir el cáncer de vejiga porque, salvo el consumo de tabaco, o la exposición a ciertos tóxicos, no se conocen con seguridad las causas que provocan su aparición. Sin embargo, se pueden tomar medidas como:
Beber más de 1,5 litros de agua al día.
Evitar el consumo de tabaco. Se estima que los fumadores tienen el doble de riesgo de desarrollar la enfermedad que el resto de la población. Lo ideal es no iniciarse en el hábito nunca, ya que se necesitan 20 años sin fumar para volver a la situación basal de riesgo normal
Seguir una dieta equilibrada, sin abusar del café, y que incluya abundantes frutas y verduras.
Acudir al médico para diagnosticar y tratar correctamente cualquier infección de orina
Cumplir las normas de seguridad laboral para limitar la exposición a sustancias químicas que se asocian a la aparición de esta patología 

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